Fortaleza del castillo, ubicada en lo alto del cerro de
san Miguel y declarada Bien de Interés Cultural, donde se data la fundación de la ciudad de
Burgos por el
conde Diego Porcelos. Desde el castillo las vistas de todo el conjunto monumental son espectaculares. Desde hace unos años, todo el recinto de la fortaleza es un centro de interpretación de la historia de
Burgos. Con visitas guiadas, se puede recorrer todo el exterior del recinto, el museo e, incluso, sumergirse en el pozo y una parte de las galerías subterráneas que, en la Edad Media, comunicaban el castillo con el centro de la ciudad.
Recorrer la recién rehabilitada fortaleza del castillo es retrotraernos a los orígenes de
Burgos. En el cerro de San Miguel donde ahora se levantan los restos del fortín, nació la ciudad. Aquí la fundó Diego Porcelos en el año 884 como baluarte defensivo ante las incursiones musulmanas.
Del castillo original no queda nada, los restos que hoy vemos recuperados son la imagen de lo que posteriormente fue esta gran fortaleza medieval. Un grabado, situado a la entrada, nos permite trasladarnos a la edad media, época dorada de la fortaleza
Por la puerta oeste, ahora acceso de turistas, cabalgaban en esos siglos, jinetes y soldados, nobles y plebeyos, atravesaban carruajes reales y carromatos de carga. La puerta sur, de la que ahora sólo se intuye su silueta, era camino de mercaderes y ciudadanos Ascendían desde la ciudad, alojada a los pies del cerro, por la empinada ladera, hoy convertida en una frondosa arboleda.
Eran los momentos de mayor esplendor de la fortaleza, cuando
Burgos presumía de ser el centro neurálgico de la vida política y militar de la corona de Castilla.
El palacio, ya desaparecido, se embellece para acoger la boda de Alfonso VII y Doña Berenguela de Cataluña. Sin perder su carácter guerrero, el castillo se convierte a partir de ese 1178 en un ir y venir de cortesanos y súbditos. Sirvieron al rey de Fernando III, y a sus sucesores Alfonso X, Sancho IV, Fernando IV, y Alfonso XI ,
Fue durante la edad media cuando posiblemente se construyó el pozo . Está situado en la cima, dentro del antiguo recinto fortificado. Es una extraordinaria obra de ingeniería creada para la captación de aguas subterráneas, que en contra de los que se pensaba, no llega al río. El pozo se nutre de un acuífero de Fuente Bermeja.
La obra de fábrica es de sillería caliza. Consiste en un cilindro hueco vertical de 1,70 metros de diámetro interior y 63,5 metros de profundidad. Por el perímetro exterior del cilindro y formando una única estructura con el pozo, existen otros seis cilindros verticales, llamados husillos. Son tramos de una escalera de caracol de 335 peldaños, Por ellos se accede hasta al fondo del pozo.
La comunicación entre husillos se realiza por pasillos circulares, concéntricos al pozo. Giran, si descendemos por los cuatro pasillos primeros, en el sentido de las agujas del reloj. El sentido cambia en los dos últimos
Es decir, los tramos de escalera cambian alternativamente su sentido de giro, con el propósito de evitar efectos de mareo o vértigo, a quienes descienden de manera continuada a lo largo de todo su recorrido.
De trecho en trecho, se aprecian en el cilindro central una serie de huecos que probablemente tuvieron por motivo la aireación del subterráneo además de proporcionar claridad a las escaleras.
El pozo pronto se convirtió en el primer objetivo militar cuando se trataba de asediar y ocupar el castillo. Sin agua, las posibilidades de resistir dentro de él eran mínimas. Cuando el bombardeo a las murallas no era efectivo, los atacantes abrían otro frente. Excavaban galerías subterráneas hasta llegar al pozo, alcanzado su objetivo envenenaban el agua. El asedio estaba ganado.
Sin embargo, muchas de las galerías que se conservan aún fueron obra de los moradores del castillo. Eran su trampa para hacer caer en fosas al enemigo que osaba entrar al recinto o para adentrarle en un laberinto de pasadizos de los que difícilmente salía. Es lo que se conoce como minas y contraminas.
Estas galerías fueron escenario de cruentas batallas en los asedios. El más conocido el de 1475 , año en el que Juana la Beltraneja e Isabel la Católica se disputaban el reino de Castilla. Los seguidores de Juana resistieron 8 meses al asedio de Fernando el Católico. Pero sin agua, sin alimentos y con la crudeza del invierno burgalés, entregaron el castillo a Isabel en enero de 1476.
Es en esta época de finales del siglo XV cuando el auge de la fortaleza decae. El castillo pierde su función defensiva debido a la estabilidad política que genera el Estado moderno. Además, la aparición de nuevos armamentos y estrategias de ataque, debilitan el sentido militar del recinto.
Se inicia así una fase de decadencia en la que se suceden varios incendios, tras los que el edificio queda prácticamente arruinado.
El castillo, no obstante, volverá a tener un nuevo renacer. Es el siglo XIXcon la ocupación napoleónica. El mismísimo Napoleón descubrió entre estas murallas la posibilidad de un excelente baluarte defensivo y en una posición estratégica entre Madrid y Francia.
José Bonaparte, hermano del general, llega a
Burgos 1808 llevando consigo el famoso “Equipaje del rey José”, un legendario botín compuesto de innumerables riquezas del país.
Los soldados se establecen su batería imperial en lo que ahora es el pabellón arqueológico. Conocen la vulnerabilidad de la parte norte de la fortaleza ya que allí se concentran la mayor parte de las galerías subterráneas. Por ello, se instalan en el cerro de San Miguel y construyen un avance defensivo conocido como hornabeque.
Cuatro años después, el castillo es testigo de los últimos preparativos que el contingente galo, vencido, realiza antes de su retirada definitiva. Las huestes ocupantes trabajan sin descanso en el interior del Castillo. El objetivo es hacer desaparecer cualquier material, bélico o documental, que pudiera serle útil al enemigo; el procedimiento elegido es volar la fortaleza
La hacen saltar por los aires sin dar tiempo a la evacuación de los últimos soldados. Más de doscientos militares franceses mueren en la explosión, que estremece a toda la población.
.La iglesia de Santa Maria La Blanca queda destruida, se pierde buena parte de las vidrieras de la catedral y se producen daños en el antepecho de la torre del crucero mientras, en la chopera del Carmen, se localizan bastantes cadáveres de soldados franceses.
Del castillo solo queda un informe montón de humeantes escombros
De lo que dejaron los franceses nació la leyenda. A comienzos del siglo XX, el general Centeno se afana entre estas piedras para encontrar el equipaje del rey José. Según los investigadores, José I quiso establecer en
Burgos el Archivo General Militar. Las tropas invasoras optaron por sepultar en los subterráneos del fortín la documentación y aquellos otros efectivos de valor que no pudieran ser trasladados hasta la frontera
Los trabajaos entre las ruinas se sucedieron durante años. Centeno, en los trabajos arqueológicos que dirigió, pudo comprobar cómo los franceses trataron de impedir, antes de que la fortaleza volara, los accesos a los subterráneos del castillo a base de explosiones parciales en la puerta de entrada. Y aunque no se haya podido confirmar a través de hallazgos la existencia del Archivo general miliar en la fortaleza, lo cierto es que tras una mera acción de barbarie las tropas ocupantes quisieron sepultar valiosa información al enemigo.
En 1913 el Ramo de la Guerra cede al municipio los restos de la antigua fortaleza. En 1931 se declara en ruina el pabellón situado en la parte Este de la plataforma superior. En 1942 el ayuntamiento redacta un ligero proyecto y presupuesto para rematar el cerro con una obra que recuerde la antigua construcción. En 1945 la corporación solicita una subvención para comenzar la reedificación de las murallas almenadas exteriores y de la silueta de la torre del homenaje. En el 52 se elevan algunos lienzos de la pared o torreones con su almenado.
En 1974 el ayuntamiento encomienda al arquitecto Álvaro Díaz Moreno la confección de un anteproyecto para la reconstrucción del castillo y su conversión en hotel de máxima categoría lo que sirvió para iniciar labores de investigación.
Después de distintas campañas, el lugar se destina definitivamente a parque de recreo.
Hoy la visita al castillo de
Burgos pretende ser un exhaustivo recorrido por la historia de la ciudad a través de su fortaleza.
El paseo por el exterior del castillo se hace a través de pasarelas metálicas jalonadas por diversos paneles explicativos y de situación. Se completa con la visita al museo, al pozo y a las galerías subterráneas.
El hilo argumental de la visita es la transformación de la ciudad a través de las diferentes etapas de su fortaleza antes, incluso, de su edificación dando un gran protagonismo a las ocupaciones prehistóricas del cerro de San Miguel y a los restos arqueológicos hallados en las diversas excavaciones que se ha realizado en el enclave.
A lo largo de estos siglos, las transformaciones, destrucciones y reformas han sido constantes. Sin embargo, para conocer las características concretas de dichas reformas sólo contamos con el Castillo y su estudio arqueológico.
Las excavaciones realizadas en la ultima década han podido documentar una amplia secuencia cronológica.
Desde los primitivos asentamientos prehistóricos del cerro, hasta los vestigios de una antiguo poblamiento alto-medieval entre los que cabe destacar la necrópolis, los silos de almacenamiento de cereal excavados en la roca y los restos del palacio de Alfonso X. Las réplicas de algunos de estos hallazgos se exponen en el museo, en su dia ocupado por la batería imperial.
Se guarda, por ejemplo, esta januquilla judía que demuestra el asentamiento de este pueblo en el cerro de San Miguel o las balas de cañón, recuerdo de las hordas francesas.
En la última campaña de excavación se han descubierto nuevos indicios en la ocupación prehistórica representada por una estructura de adobe correspondiente a la primera edad del hierro. Al mismo tiempo, se han recuperado los restos de la puerta sur construida durante el reinado de Enrique IV y, por ultimo, conocemos nuevos elementos arquitectónicos de los que no se tenía ninguna constancia como es el caso de una habitación subterránea situado bajo el pavimento del Cuartel del oeste.
La visita al castillo, propiamente dicha, se inicia en le extremo suroeste del Patio de Armas y continúa por el recinto interior del castillo hasta llegar al ángulo sureste del recinto exterior, donde se sitúa el mirador que permite contemplar la Puerta sur.
El recorrido continua en dirección norte entre el palacio de Alfonso X y la muralla interior, hasta alcanzar las escaleras que permiten la subida a las murallas. Si giramos al sur se obtienen una perspectiva adecuada del palacio y si lo hacemos al norte nos topamos con una amplia panorámica de la ciudad y la fortaleza
Una vez realizado este recorrido se desciende hasta el patio de armas, donde el trayecto discurre paralelo al cuartel del este hasta girar para alcanzar el pabellón arqueológico.
La visita a las entrañas del castillo y del cerro sobre el que se asienta constituye uno de los principales atractivos de este itinerario que comienza en la llamada Cueva del Moro. La ruta por el interior del castillo comienza con el descenso a la galería principal, a la que se accede por la Cueva del Moro. Tras salvar un primer desnivel de siete metros y medio en cuatro tramos de escalera, se llega a la galería principal que tiene sesenta metros de longitud.
El acceso a la parte baja del pozo a través de las escaleras y husillos es hoy imposible dado el deterioro de toda la estructura.
La visita termina ascendiendo por la escalera de caracol hasta el brocal del pozo.